El libre albedrío del que gozamos todos los seres humanos es el que nos permite elegir entre dos o más opciones.
Al momento de elegir se involucran muchas cosas, por una parte nuestra inteligencia que es capaz de distinguir el bien del mal, por otra, nuestra voluntad que siempre se dirige hacia el bien, pero también en ese momento se involucran nuestras creencias, valores y todo lo que nos conforma.
Partiendo de estas premisas me gustaría hablar de dos posturas éticas que se presentan actualmente en nuestra sociedad: el cosecuencialismo y el deontologísmo.
La primera es “una teoría ética que sostiene la prioridad de lo bueno sobre lo correcto. [1]” En otras palabras, es una postura utilitarista que considera lo correcto como lo bueno que te hace feliz.
Por lo tanto al momento de decidir eliges lo que te hace feliz, sin considerar si es o no correcto realmente. Maquiavelo diría que el fin justifica lo medios.
Por otro lado está el deotologísmo que sostiene la prioridad de lo correcto sobre lo bueno, esta postura puede entenderse como una teoría moral que establece restricciones a la persecución de lo bueno.
Sobre estas posturas es importante hacer una reflexión en el momento de tener que elegir aspectos esenciales sobre todo cuando está en tus manos el bienestar de una sociedad como: la prevalencia de la vida, tomado en cuenta que la vida humana está por encima de cualquier otra, pues si esto no se hiciera podríamos caer en errores importantes.
Con ello quiero hacer mención de un error de suma importancia que podemos experimentar en nuestra vida diaria. Nuestros representantes políticos están tomando decisiones basándose en la postura consecuencialista, por encima de nuestra bienestar personal, se opta por la naturaleza, por encima del respeto a la vida están los “derechos de la mujer” como si estos se tuvieran que establecer en vez de reconocer, pues si solo se reconociera el derecho a la vida se tomaría en cuenta ante la opción del aborto, por encima de lo bueno, está lo correcto.
Cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad de formar nuestra inteligencia para ser capaces de distinguir los bienes reales de los aparentes para que en nuestro presente tomemos correctas decisiones contribuyendo con lo que nos corresponde, para toda la sociedad.
Por encima de lo correcto está lo bueno, ¿estás segura de esta afirmación?
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